El hecho de haber elegido este dia cero no ha sido precisamente algo casual, quizá es como más me siento, es algo que así de primeras, considero, me define.
En lo que se refiere a los meses pasados mi vida no ha dejado de experimentar cambios, seguramente uno cada día, pero como bien dice en el texto, finalmente regresas a casa, a tu hogar, y allí todo vuelve a la normalidad, al “como siempre”.
Sin embargo tenemos esa necesidad de salir, como el hombre del texto, nos sentimos agobiados o incluso aburridos y “necesitamos” salir a la calle, a ese exterior sin fronteras aparentemente donde al parecer no hay nada determinado. En cambio, en ese mundo urbano también existen pequeños espacios privados que, aunque vienen siendo pequeños acaban por ocupar todo el espacio y de ahí el porqué de no salir a la calle con esa chaqueta de chándal que sueles llevar en tu casa, o con esa pinza en la cabeza que de mala manera te sujeta el pelo aunque, por otro lado, te encuentras bien cómoda, o con esas ojeras de domingo después de estar trabajando: no; sales a la calle e intentas ponerte lo mejor que puedas, aunque no sea si quiera lo que te apetezca, por que en el fondo todo el mundo es así y finalmente esas tonterías son las que convierten ese espacio público en algo que viene a ser determinado, todos son actores y hace que el exterior se convierta simplemente en algo de paso.
En lo que se refiere al proyecto, creo que mi manera de enfocar o de relacionar esta reflexión con el proyecto sería la posible semejanza que existiría en el tema “tuproyecto”-“tuhogar”, ya que finalmente, es en tu hogar donde te sientes a gusto, donde de verdad eres tú mismo y donde trabajas sin complejos, y sin embargo, es en la calle donde no eres capaz de dejarte llevar sin ataduras.
Y sí, es cierto que a lo largo del día tienes como millones de agobios y complejos que hacen que salgas a la calle, que cambies de ideas o que quieras dejarlo todo, son tus Días Cero inquietos, esos en los que no dejas de cuestionarte cosas, pero al final del día vuelves a ponerte la chaqueta de chándal y la pinza en la cabeza, vuelves a tu hogar e intentas hacer de tu trabajo, tu proyecto, tu hogar; algo más humano.
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